lunes, 12 de enero de 2015

BWW 244

PREFACIO. Ahora todo es color azul y un poco blanco. Las luces van desapareciendo conforme las ideas van llegando. De repente no hay nada a mi alrededor y lo único que encuentro es una imagen, cargada de lo que quiero ver y de lo que está lejos de mi. Trato de escribir lo más rápido que pueda para no borrar lo que ya he escrito. No me detengo en regresar a leer lo que quiero desaparecer.

Bach está sonando. Los artistas son una especie de magia natural que cada uno tiene. Me duele la cabeza de tanto pensar que existo. Llamo por teléfono para fumar mota. Drogarme viendo las luciérnagas azules que son mi serie navideña. Saber que existo es muy difícil de aceptar, tal vez Bach nunca lo hizo y por eso escucho su perdón. Sé que casi no existimos porque cada átomo tiene 0.0000001% de lo que somos nosotros. A veces esas imágenes me causan un pavor de no ser. Después escucho a Bach y es como si ese espacio vacío de un átomo fuera de lo que verdaderamente se lamentó Bach; y entonces existió en el espacio vacío. Lo aceptó para crearlo. Y entonces sé que él es todo. Una forma tan grande de ser. Por eso al escucharlo e interpretarlo nunca acabamos de entenderlo, porque casi no oímos lo que escribió, solo lo comprendemos un 0.0000001% de lo que es. Ese vacío es a lo que llamamos desconocido. Una fuerza sobrenatural que nos aplasta dejándonos cada vez menos porcentaje para vivir.


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