miércoles, 7 de marzo de 2012

Cuento No.1


Tenía las manos descarapeladas, partidas, una uña quebrada a la mitad y la otra con la venda de su abuela. El sol se estaba yendo, la luz del crepúsculo se volvia mas tenue y las aves carroñeras ya no mordían ni trataban de robar las mazorcas de las pequeñas manos de ella. 
No podía casi respirar, llevaba 5 horas pisando las uvas y otras 5 pisando las hojas secas con gusanos en la tierra con sus manos presas del sudor.
Pero era nada mas, otro de esos días de Enero secos y tan desolados en el trabajo, su unico trabajo para sobrevivir, con gotas de sudor que limpiaban de blanco a rojo sus ojos hasta volver con las manos.


Puntualmente, justo cuando se dió la luz verde del alba de los cuentos de piratas, ella estaba en su casa, en su silla de cobre con astillas viejas de la madera rota y descompuesta.
Sola, tan sola, siempre sola.


Guardaba las mazorcas en el cuarto de sus padres ya que despues del accidenteno tenía sentido seguir guardando la caja y las alhajas de su madre con las caricias muertas de su padre.
Mientras le quitaba una por una las hojas de las 100 mazorcas recolectadas, en la mesedora tota con asiento de su abuelo sentía ese ardor en la garganta que en los ojos daban rodajas de agua saladas asomandose poco a poco. Sentía barrer su cara del cachete por el agua salada de su día, cada día, a las 6 de l tarde lloraba hasta el cambio de verano.
Quitaba llorando junto con la taquicardia y su asma en las manos hartandose otra vez de esas crisis.


Recordaba los ataque y los gritos que punsaban su corazón recordó al doctor vestido de fantasma avisandole que su madre había pasado a ser parte de su legión.
Recordó esa taza rota con el tiempo queriendo durar mas.
"Todos quieren durar más, siempre se cree eterno mientras dura"


Un toque en la madera del numero 27 con chimenea la despertó. Cansada de recordar llorando el polvo del cuarto de sus padres se paró lentamente y abrió la puerta, solo quería abrir y nada mas.
-Hace mucho que la veo todos los días salir muy temprano y volver al final del crepúsculo; la veo sudar y desenterrarse los gusanos de los pies. La veo sola...
-No estoy sola.
-...la veré aquí mañana al salir. Creo que necesita una mano con su ser.


Ella no era amargada pero no le creyó y ni una sonrisa fingida salió de su pesado rostr. Creyó que nunca iba a olvidarlo y no quedarse sola sin su recuerdo. No estaba loca, pero bien que le salía.

Al dia siguiente él no fue puntual y ella no podía esperar.
Al regresar, antes de entrar, lo vió con las manos despellejadas y rojas sosteniendo 35 mazorcas de las 60 que había en la tierra de su casa.
Agradeció y cerró la puerta.
Antes de empezar a avanzar oyó otra vez un toquido leve, meditó y abrió. No le dió tiempo de decir nada de su multiple vocabulario mudo, ni de mirar que la ropa era la misma de ayer hasta que pudo reaccionar en medio del robo que él le estaba realizando. Lo acarició de los cabellos, sintió a alguna persona a su lado, voló en la tierra porque al fin pudo saber que tenía pies. Lloró  de alegria o simplemente sin razón, sin su razón de tristeza rutinaria monótona llena de nada.
Acabó de besarlo pero no sonrio.
Se refrescó con el alcohol que necesitaba para avivar sus secas manos llenas de hoyos enormes que parecían escape al corazón.
Se cambió de ropas y no dijo nada.
Nunca había nada en ella hasta hace unos renglones.

Una vez mas apretó su corazón para poder salir a cortar las espigas y si lo vé, no volver a olvidarlas recordando después que en Marzo no hay espigas.

Esa tarde volvió diferente, diferente oliendo a pasado. Pasado, olor, tarde que volvió, la tarde que otra vez no podía ver. La tarde que llegó, la tarde que llegó sin nada en las manos, la tarde que llegó sin nada en las manos y se cayó, la tarde que llegó sin nada en las manos y se cayó llorando callándose queriendose callar.
No podía estar sola otra vez, es lo unico que no permitiría
No olvidaba la taxonomía de Aristóteles pero si sus curaciones.
No olvidaría el año en que nació pero si sus mazorcas, único alimento diaro.
No olvidaría el él, pero si el verdadero él.

Las tardes de Abril regresaba sin nada igual que las tardes de Mayo.
Esas; aquellas tardes, que volvía con la cara en pedazos verdes y sus brazos morados en diferentes formas otra vez, casi cojeando, casi llorando pero nunca sola.
Perdía la sonrisa de la mañana por las vendas y curaciones de la tarde, perdiendo también su masa, su ser, su aroma, sus pestañas, su cabello, su color, la taquicardia de sus manos.

Todas las noches antes de intentar dormir se miraba en ese espejo de años atras, sus manos apenas se recargaban dolorosas sobre el lavabo no firme casi caido. Ni ella misma se creía su presente, ella vivía en su pasado, sabia que era ella años atras, el mismo ojo vendado, las mismas heridas pero solo algo en esa figura mal retratada por el cristal se podía rescatar: ella no estaba sola, sin cambiar de opinion mientras gemia su pecho tirando sangre por la boca.
No estaba sola, ella lo creía asi. 

Las noches de Junio no sobreviviría, por comida, por cariño, por falta de su ser, su identidad, su sonrisa, pero nunc de estar sola.
Volvió a estar loca, iniciando por él, terminando para ella solamente.
Las noches de Junio volvía a casa despues de verlo a él, con los dolores en todo el cuerpo casi sin poder caminar, sin 3 dientes, con un parche en el mismo ojo y la voz quebrada. 

Hace mucho que no traía gusanos o uñas rotas por mazorcas, hace mucho que no bebía, que no se sentaba en esa mesedora de su abuelo, hace mucho que no sentía, no sentía que era ella, no recordaba que la gente le cortó las alas, que fue lo que pasó, porque paso de estar sola a estar en un infierno ciego, hace cuanto que no veía, no podía recordar su nombre ni el de él, no podía dormir sin un alma bien reconstruida, no se sentía, volvía a escucharlas, salía y no volvía.

¿Qué fue lo que pasó con ese amor que era ese vuelo tan inexplicable como la locura del amor y la razón del corazón que no la obligaba a sonreir pero si a acabar con el rostro de la espiga?
Tenía unas hermosas manos, un tan solitario corazón.

La mañana de Agosto se paró como todos los dias desde que empezó el mes y se fue a las 2 de la tarde dejando la casa tan desordenada como el día anterior, dejando el jarrón con las flores de Marzo, dejando las ventanas bien abiertas para poder respirar, dejando la colcha en el suelo, las mazorcas en el cuarto de papá, cerrando la puerta con llave como ultimamente lo venía haciendo porque estaba segura de que un día cercano ni ella, ni su soledad volverían tristemente allí.
La cerró y se alejó para nunca mas volver. Se fue para irse para siempre.
Nunca mas volvió.
 

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